• 30 de junio de 2024

Nos fuimos quedando en silencio

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Cuando éramos niños y durante nuestra juventud Puerto Natales era un pueblo tranquilo, no existían hechos de violencia ni tampoco delictuales tan notorios como ahora, nos cuidábamos, había un espíritu solidario entre los vecinos, hoy ese espíritu no existe, el individualismo llegó para quedarse.

Muchos en Puerto Natales nos vanagloriábamos de que estábamos viviendo en un oasis, pero de pronto todo cambió.

Llegaron las grandes empresas y comenzaron a traer trabajadores de otros puntos de nuestro país, algunos de los cuales se han dedicado en nuestro pueblo a delinquir, surgen algunas preguntas, ¿cuál es el filtro que tienen las empresas para traer mano de obra? ¿Se realizan exámenes psicológicos y de drogas a dichos postulantes?.

La población local hoy manifiesta su desconfianza, tiene miedo, eso es algo peligroso, nuestro pueblo crece cada vez más y no existen planes claros de seguridad ciudadana, urge de que las autoridades asuman una postura más preventiva de la situación.

Pero también hay desconfianza con los servicios, por ejemplo, durante la semana pasada nace un bebe afuera del hospital ya que su madre fue enviada a casa, qué diablos está pasando en nuestra sociedad, surgen preguntas, sin respuesta, ¿Qué está sucediendo en el hospital? ¿Qué tipo de criterio se aplica a los usuarios para su atención? ¿Existe vocación de servicio?.

Hoy la gente se manifiesta vía redes sociales y en este último caso a raíz de aquello la noticia de lo acontecido afuera del hospital fue noticia a nivel nacional.

Muchos de los habitantes de Puerto Natales se fueron poniendo en silencio mientras todo se tornaba gris. Urge despertar y pedir a las autoridades que busquen soluciones preventivas para evitar de que la decadencia sea moneda corriente, para evitar de que la delincuencia avance.

Hay que velar por la seguridad de Puerto Natales y eso deben hacerlo las autoridades de gobierno, el mejor legado es mantener seguros a nuestros ciudadanos.

Por: Juan Salvador Miranda V.

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